lunes, 11 de diciembre de 2017

Se ha pasado volando

Huiiiii como han pasado los meses, de mayo nos saltamos a diciembre y se nos vienen tantas cosas
El Tantra Navidad huiiii fin de año CIERRE DE AÑO .


Alma mia, bendíceme, quédate conmigo. Dame la energía para que yo pueda enfrentar al mundo con la fuerza del espíritu. Sálvame de la dualidad, dame la realidad y la realeza, para que pueda enfrentar mi mundo en paz y tranquilidad. Que este viaje de la vida se complete con amor y afecto, bondad y compasión por todos los seres vivos.
Yogui Bhajan


Este Trantra estuvo muy amoroso.
Una nueva semilla que trabajar.
Que sea una experiencia muy renovadora y enriquesedora para todo@s.
Un muy buen trabajo .

martes, 21 de marzo de 2017

OTOÑO


En esta época del año los árboles pierden sus hojas y su verdor, la energía que antes se concentraba en las hojas se recoge hacia las raíces para mantenerse durante los meses fríos. Las hojas de los árboles cambian y su color verde se vuelve amarillento hasta que se secan y caen.
Seamos como arboles dejemos caer, caer caer.

Si fuéramos árboles.
Por Patricia May
Si fuéramos árboles sabríamos que hay cuatro estaciones y que ellas, inevitablemente, se suceden en el tiempo.
Tiempos primaverales de brotar y crear, de dar luz a flores y aromas, de sentir fuerte la pujanza de la vida y entregar al mundo nuestra potencia y belleza
Tiempos de verano, de reposar en el logro del fruto, en tardes interminables de calor y abejas y noches tibias de estrellas.
Tiempos de otoño, de marchitar nuestras certezas, de dejar ir lo que tanto nos costó lograr, de incertidumbre, de soltar nuestros dorados, de despedirnos, de dejar atrás.
Tiempos de invierno, de desnudez, de contacto interno, de silencio e inactividad, de vacío.
Si fuéramos árboles sabríamos que una y otra vez transitaremos por las estaciones del tiempo y que si tenemos el valor de vivirlas tal como son, tal como vienen, sin renegar de la creatividad de la primavera ni del vacío del invierno, cada una de ellas nos dejará un regalo de amor y conciencia. Así, cada ciclo nos traerá nuevas maduraciones y ninguno será idéntico a los anteriores. Muchas veces viviremos alegrías o dolores y que cada vez aprenderemos cosas nuevas, nos haremos más maduros, sabios y amplios.
Si fuéramos árboles sabríamos que nuestra potencia es la medida exacta entre la fuerza y la flexibilidad de doblegarnos entre los vendavales, sabríamos que muchas veces será necesario tocar con nuestras ramas el suelo y luego tener la pujanza para volver a levantarnos.
Si fuéramos árboles disfrutaríamos de lo que trae cada día sabiendo que la vida es impredecible, fuente de creatividad inagotable y no tenemos más que agradecer al cálido sol y a las tormentas.
Si fuéramos árboles, cada noche callaríamos reverentes ante el misterio de las estrellas, nos pintaríamos plateados de luna y honrados participaríamos con nuestra melodía del Gran Concierto de las esferas.
Si fuéramos árboles, cada amanecer vibraríamos como una cuerda sensible con la energía del sol y gozosos recibiríamos la energía creativa de cada mañana.
Si fuéramos árboles sabríamos que nuestro crecimiento se forja de tiempos fáciles y difíciles y que aquello que nos hace bellos, nudosos y con una forma singular son las muchas lluvias y soles que hemos vivido.
Si fuéramos árboles sabríamos que con los años perdemos agilidad, pero ganamos en sombra, que aprendemos a cobijar a todo transeúnte, sin hacer preguntar, sin pedir explicaciones.
Si fuéramos árboles seríamos el hogar de los pájaros y los niños y de todos aquellos que aún se maravillan con el milagro de la naturaleza.
Si fuéramos árboles sabríamos que estamos llenos de semillas y que, al morir, nacemos en miles de troncos y follajes.

Si fuéramos árboles habríamos sido testigos silenciosos de la historia humana y seguiríamos allí, nobles y majestuosos, esperando el despertar de los seres humanos a la misión de luz que les cabe en el planeta.